¡Increíble! ¡Inaudito! ¿Qué otros epítetos podría dar ante los legisladores y el Ejecutivo provincial que se atrevieron a poner en consideración de sus pares tamaño proyecto como es el de que done al Siprosa otra parte más de nuestro amado y cada vez más pequeño pulmón verde de la ciudad, el Parque 9 de Julio? ¿Qué diría el arquitecto Charles Thays si se levantara de su tumba y viera en lo que se transformó el parque por él diseñado, que en un principio era 400 ha, que es una reliquia que aún tenemos los tucumanos? Es como pensar que todo el parque donde se encuentra el Botánico, el Rosedal, etc., en la Capital Federal, fuera transferido en donación para la construcción de torres de departamentos. Tan sólo a mentes mezquinas se les puede ocurrir transferir estas tierras de nuestro principal espacio verde (pequeño a estas alturas después de donaciones y donaciones que los gobiernos hicieron sin que se escucharan voces o gritos en contra de ello), quitándonos el espacio, el diseño de un paisajista extraordinario, el sueño de aquellos gobernantes que supieron darnos este lugar que fue y es el orgullo de los tucumanos. Quiero nuevamente hacer resaltar la ignorancia de nuestros legisladores de los que tienen el deber y la obligación de cuidarnos y cuidar los bienes públicos; que hayan podido presentar ante la Legislatura tamaño proyecto sin siquiera saber que existen disposiciones (leyes) que crean el sistema de protección del patrimonio cultural de la Provincia.

Juana M. Farías                                     

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